El aumento de la viscosidad de la masa alimentaria retrasa la digestión de los almidones de la harina de centeno. En consecuencia, el aumento de los niveles de glucosa en sangre tras la ingesta de harina de centeno es menor que el provocado por la harina de trigo. El bajo índice glucémico del pan de centeno contribuye a la estabilidad de los niveles de azúcar en sangre, lo que hace que el pan de centeno sea adecuado para las personas con diabetes de tipo 2, reduciendo así el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y cálculos biliares.
Los estudios han demostrado que las personas que consumen regularmente este pan tienen un 30% menos de probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas y otras enfermedades cardiovasculares que las que comen pan blanco.